"¡No tengo nada que ponerme!" Con esta simpática frase de boca de mi pareja he amanecido hoy. Las puertas del armario abiertas de par en par y ella de brazos cruzados frente a él. Como ya me conozco a dónde deriva esta conversación cuando se inicia, hoy he cambiado el patrón. En vez de decirle que yo veo el armario lleno la he desarmado con un "Vamos de compras" a la vez que consultaba mentalmente el saldo de la tarjeta de crédito.
El día ha resultado fructífero, he llegado a contabilizar 7 bolsas en mis sufridas manos. Yo llevaba en mente comprarme un pantalón, el otro ya lo tengo con muchas guerras encima, y he vuelto precisamente con eso, un pantalón. Ella necesitaba ropa de fondo de armario y ha vuelto con todo menos con eso. Miento, un sueter beige de media manga que le va muy bien para cualquier momento, que creo que lo ha comprado para disimular para lo que venía después.
La concatenación de tiendas ha sido feroz, volviendo en más de una ocasión a tiendas ya visitadas para comprobar de nuevo el género, con nueva probatura incluída. Parada para comer, haciendo uso de un cupón promocional al que pensaba que nunca le iba a dar salida. 15€ en lugar de 39€, menú para dos. Con este ahorro ya daba por buena la salida de rebajas, pero la tarde aún ha dado para un par de zapatos "para cuando salgamos" y un vestidito "para cuando haga buen tiempo". Nuevamente sorteo la confrontación con un "te queda genial, cariño".
Hoy me he dejado llevar, he aguantado sesiones de probadores, soportaré la vuelta a estas tiendas porque querrá cambiar algo que al final no le ha convencido... Debo reconocer que hoy he disfrutado de un día de rebajas sin agobios, es lo que tienen los jueves, que no son como los sábados en los que parece que abren las compuertas del infierno y se ocupan salvajemente los centros comerciales.
Y ahora se liberalizan los horarios, los domingos también pueden abrir las zonas comerciales y esperan que sea la repanocha. A mí que no me esperen.
jueves, 17 de enero de 2013
lunes, 14 de enero de 2013
La puñetera tapa
Alguno se preguntará sobre el título del blog. El filosófico entenderá que es un blog sobre el pensamiento humano, sus devenires diarios y otro blog más sobre las creencias de un pobre mindundi. El pragmático verá una tapa imaginaria con su tarro correspondiente, de cristal a ser posible. Y ambos estarán en lo cierto.
La tapa del tarro nace desde la necesidad de no contar nada. No tiene un propósito definido ni está encasillado en una temática concreta. Tan ambiguo como el título y con todas las posibilidades del mundo. Igual una entrada trata de una noticia, actual o del siglo XVII, de cine, de TV, de libros, de videojuegos, de tecnología, de cocina, de musarañas, ya que tanta gente piensa en ellas.
La cuestión es que hoy estoy enfermo. Mi madre, sabia mujer, me ha dicho por teléfono que me tomara un vaso de leche con miel, que me iría bien. Esa frase la habremos oído todos alguna vez de boca de nuestras madres. Y hoy que llevo tres años independizado le he hecho caso. Debe ser el mismo tiempo que lleva el tarro de miel en el armario, ahí, sin abrir. La puñetera tapa ha presentado resistencia y me ha dado qué pensar. Al tarro de miel con su correspondiente tapa le ha llegado su momento y ha cumplido.
Ahora me apetece tener el mío y compartirlo con vosotros.
Bienvenidos.
La tapa del tarro nace desde la necesidad de no contar nada. No tiene un propósito definido ni está encasillado en una temática concreta. Tan ambiguo como el título y con todas las posibilidades del mundo. Igual una entrada trata de una noticia, actual o del siglo XVII, de cine, de TV, de libros, de videojuegos, de tecnología, de cocina, de musarañas, ya que tanta gente piensa en ellas.
La cuestión es que hoy estoy enfermo. Mi madre, sabia mujer, me ha dicho por teléfono que me tomara un vaso de leche con miel, que me iría bien. Esa frase la habremos oído todos alguna vez de boca de nuestras madres. Y hoy que llevo tres años independizado le he hecho caso. Debe ser el mismo tiempo que lleva el tarro de miel en el armario, ahí, sin abrir. La puñetera tapa ha presentado resistencia y me ha dado qué pensar. Al tarro de miel con su correspondiente tapa le ha llegado su momento y ha cumplido.
Ahora me apetece tener el mío y compartirlo con vosotros.
Bienvenidos.
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